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¿El amor a muerto o Cupido se fue de caza? (III parte)

Publicado: 2012-04-21

La soledad a veces te hace cometer locuras, sin embargo: ¿Que daño puede hacerme, el alojar, a aquel indefenso ser?

Trujillo es una linda ciudad, ¡lo sé!

Me cuenta que es de Huanchaco y viene a mi mente los momentos que ahí pasé. Recuerdo algunos fines de semana en que solo o acompañado, me iba en busca de sol y tranquilidad. Mi memoria evoca mis subidas al cerro que corona  una iglesia en ruinas, recuerdo también mis visitas al panteón, muertos para mis desconocidos, pero que sin embargo en el olvido permanecen en mi nostálgica razón. Bajar en las tardes por esas calles empinadas, empedradas y de tierra, te permiten hacerlo despacio y observar a los moradores, muchos de ellos, gente alegre y hospitalaria que vende dulces de cuchara, golosinas, gaseosas y un montón de chucherías mas.

Es tarde y todavía no terminamos de limpiar, le digo mañana terminamos, quédate a descansar. Sus ojos negros y brillantes, me miran con sorpresa y ante cualquier duda u objeción le repito: ¡es tarde, quédate a dormir en el sillón!

O ¿Tienes mejor opción?

Las precauciones las tomo instintivamente, por lo sucedido la noche anterior… y guardo las llaves en un oculto lugar.

Me quede dormido muy rápidamente, aunque con cierta intranquilidad. El menor ruido me despierta y pasados los minutos siento pasos, menudos y sigilosos pasos. La penumbra de mi habitación me permite entre abrir los ojos, pasar desapercibido y observar… ahí estaba con el polo que le había prestado para que duerma y aunque le quedaba algo grande, permitía ver sus largas, perfiladas y delgadas piernas, se detuvo en la puerta y en un gesto de coquetería, acomodo su largo cabello a un costado, acariciando su piel. Parecía una criatura felina, que cautamente se acercaba, con inusual prudencia y sagacidad; definitivamente, pensé lo peor, pues cuando se detuvo frente a mi lecho, tenía las dos manos en su espalda, como escondiendo algo… sentí un escalofrío, que invadió todo mi ser, hasta las sabanas se pusieron heladas, las cortinas agitadas por el viento, se confabularon para representar una escena de terror.

Lo peor nunca pasó, simplemente buscaba guarecerse en un manto cálido y aunque no hacía frío, prontamente me di cuenta que buscaba afecto, buscaba amor. Le dije entre susurros y acariciando su cabello, duerme, no hay necesidad; se durmió reposando en mi pecho, hasta el día siguiente que despertó.

Yo había despertado hace mucho, sin embargo me quede sintiendo su respiración.

¿Hola, dormiste bien?

Se estiro y un gran bostezo hace que regrese a la realidad.

¿Te bañas primero, o lo hago yo?

Su mirada aún dormida me hizo pensar que primero debía ir yo… suelo cantar mientras me enjabono y cuando estaba concentrado en aquel ritual, unas manos pequeñas me hacen sobresaltar. Ahí estaba, en la ducha, masajeando mi espalda, frotando mi cuerpo, relajando mi ser. Me abraza con fuerza y pega su cuerpo contra el mío, volteo y su carita angelical me anima a probar sus labios, mojados por la lluvia de la ducha, comenzamos a soñar.

No cruzamos palabra alguna, solo nos dejamos llevar por la excitación, por el frenesí, el ímpetu y el calor de nuestros cuerpos… de a pocos empieza a besar mi cuello y recorre todo mi cuerpo, finalmente consigue en mí una erección. Atino a cerrar los ojos y me dejo llevar.

Pícaramente sonríe y me dice: el semen es bueno para el cabello y se lo aplica a manera de champú.

La sanguchera indica que los mixtos están listos, la cafetera pita y anuncia que ya está el café. Desayunamos y le digo lo que hay que hacer.

Me dice: si vamos a aspirar la alfombra, mejor la retiramos y barremos bajo de ella.

Muchas veces por apuro u ociosidad, suelo dejar lo barrido oculto… encontramos papelitos, clips, botones, un montón de basurilla y puchos de cigarro a medio terminar.

¿Fumas?

Para nada (le digo), sucede que algunos amigos lo hacen en algunas reuniones y como no tengo ceniceros o dejan la colilla en el macetero o en algún rincón.

Fumar es malo, me dice… como si no lo supiera.

Trae enfermedades, mal aliento y te quita las ganas de besar.

Mientras me dice lo nocivo del tabaco, me quedo absorto, ya no lo escucho, imagino las fiestas en casa y me pregunto

¿Por qué todos los que aquí se divierten, no me ayudan a limpiar?

La lavadora indica que su ropa ya está seca y aunque algunas arrugas en la prenda me obliga a sentenciar:

¡Aún falta planchar!

Me dice: ¡no te preocupes, así está bien!

La mañana pasa casi volando en esta ciudad gris, no hay trinos que te alegren el día, sin embargo pienso en lo afortunado que soy… estar en compañía de alguien, que agradecido, transmitió su belleza de alma, sensibilidad y jovialidad.

Si quieres en la tarde cambiamos la posición de los muebles, para que veas lo diferente que tu vida puede ser, me dijo.

Y recordé algunos preceptos del Feng Shui.

El disco que te robaron, lo puedes conseguir en you tube. ¿Como dices que se llama la cantante?

Algo tan sencillo no lo había pensado… Tania Libertad – Arias de Opera – O Mio Babbino.

La selección arroja: Tania Libertad  O mio babbino caro. Gianni Shicchi. Giacomo Puccini. Arias de Opera y otras mas.

Inmediatamente empieza a sonar

¡Celestial!

Por suerte la computadora como es de CPU grande, no fue hurtado, tampoco el monitor.

Almorzaremos cerca, le digo y el responde: ¡si quieres puedo cocinar!

La arrocera te permite ahorra tiempo, mientras la olla de la cocina emite un delicioso olor.

La mesa está servida ¡señor! (intuyo la picardía de su frase), me regala una sonrisa y me invita a almorzar; me cuenta que es un guiso popular en su tierra, que su madre en la infancia le enseño a cocinar.

Las arias de Tania Libertad acompañan nuestro frugal almuerzo, que yo corono con una taza de café.

Es bastante oloroso y rico este café, me dice…

Suelo probar con distintas marcas y hoy tengo en el dispenser uno de la marca Britt, cuyo aroma y sabor, lo convierten en un magnifico compañero para conversar.


Escrito por

criguez

en un año sabático, tratando de nutrirme y escribir ¡¡¡


Publicado en

unicornio multicolor

Una ciudad gris como Lima, ¿Es escenario propicio para encontrar el amor?