Cupido está en mi casa (V parte)
En cosas legales los abogados, en cosas del corazón los enamorados y donde hay dos, el tercero sale sobrando.
Además, como dijo el pastorcito: “cada oveja con su pareja” y con ese sabio dicho, doy por concluida la actuación, de cualquiera que quiera entrometerse en nuestra relación.
Los días pasan y estamos conviviendo, sin darme cuenta Cupido está en mi casa y alegra mi corazón.
Desde siempre escuche música y trabajé con ella a todo volumen, casi nunca cocine, casi nunca limpié; sin embargo me daba maña para tener todo ordenado y limpio, en una casa de soltero que más se podía esperar.
Los fines de semana cocinaba el arroz semanal, que indistintamente acompañaba con carnes aliñadas (pescado, pollo, res, cerdo) a la plancha, la fruta era parte de mi dieta y el café fundamental.
Hoy habló con su madre, y está al teléfono, le hizo saber su desazón, hacía mucho tiempo que no le hablaba, hacía mucho tiempo que no escribía y se lo recriminó, con justa razón. Le dijo que vivíamos juntos y que por lo pronto no tenía intención de regresar.
Nunca pensé en poner un plazo a su visita, sin embargo su última conversación me hizo poner pies firmes en la realidad… acaso era: ¡hasta que la muerte nos separe!
Yo siempre viví soltero, acompañado ocasionalmente, pero siempre soltero. Nunca imagine compartiendo mis días y mis noches con alguien, la idea me causaba pavor.
No veo a mis amigos hace bastante tiempo y antes con motivo de juntarnos para celebrar, siempre inventaba algún acontecimiento, sin embargo la ocasión lo ameritaba, pues mis días de bohemio, estaban a punto de desaparecer.
La creación de un cóctel, sería la excusa perfecta, para convocar a una reunión, la presentación de un cóctel que hará las delicias de mis fieles escuderos, de los cuales esperaba un buen consejo y su obvia desaprobación.
“Chilcano Endiablado”, era como me sentía… muy fresco pero encabronado, ligero de tomar, pero difícil de dejar; ¿era acaso este romance tan adictivo como el picor de un cebiche y tan refrescante como el silencio de la soledad?
Un buen chilcano de Pisco se debe preciar de: refrescante, fácil, expresivo, juvenil, versátil, ligero y tradicional.
Constantemente estoy creando nuevos cocteles, que integro a las cartas de algunos bares pisqueros de Lima; hace mucho deje de trasnochar, de ser barman, de ser confidente de melancólicos y azorados borrachines, que muy alegres empinan el codo y cuentan sus penas a la hora de brindar.
La lista debería ser variopinta, tanto o más compleja que el dilema en el que me encontraba.
Marco Antonio, el abogado; aquel individuo que siempre soluciona todo en términos económicos y legales.
Fernando, el viajero impenitente; que con su visión del mundo y su amplia experiencia en relaciones “open mind”, bien podría darme la estocada final.
Giancarlos, aquel soñador, cuya vida está llena de escenas de novelas y películas de amor, aventuras y terror. El me daría la aprobación definitiva, pero también la desaprobación. ¿Será por su bipolaridad?
J´Lo, quien vive del y para el amor; desayuna, almuerza y cena… Amor.
Víctor, sin comentarios; el solo se divertía, a veces se enamoraba y casi siempre se ilusionaba. Su experiencia en la vida, data de hace mucho, desde la épocas en que el romance se conseguía por internet.
Faltaba el sabelotodo, el puritano y el semental… aunque si lo pienso bien, esas son cualidades o defectos que no estoy en estos momentos, dispuesto a aceptar.
El convite estaba convenido, para una noche de abril.
¿Acaso sería, despedida sin debut?
La muy frugal mesa tenía pasa bocas de jamón inglés, tequeños rellenos de anchoveta y para quien quiera probar, unos quesos con mermeladas frutadas, que son mi especialidad.
La cristalería estaba guarecida en el frío de la refrigeradora, esperando el elíxir virtuoso, perverso y creo celestial.
Chilcano Endiablado
2oz de Pisco quebranta (macerado en rocoto arequipeño)
1oz de
En el fondo de cada vaso una rodaja de rocoto, desvenado y despepitado.
La presentación era oficial, los acordes de Arias permitían conversar. Fuimos excelentes anfitriones y cuando llegó la hora de descansar, acompañe a todos hasta que abordaran el taxi que los llevaría a la discoteca donde decidieron continuar; solo es media hora de camino, pero con el diablo adentro es mejor estar seguros, así que nadie quiso manejar. Mientras tanto, Marco Antonio esperaba en mi sala; esperaba un servicio remisse que lo llevara hasta su opulenta morada.
¡Lárgate!
El pensaba, que por haberlo conocido de manera circunstancial en la calle, le daba derecho a darle un trato, por demás demencial.
¡Lárgate!
¿Es acaso, alguien de la calle, un objeto sexual?
Nunca sentí tanta indignación, ver aquel ser omnipotente, queriendo hacer valer la supuesta supremacía que se alude, queriendo abusar de la hospitalidad que le brindamos, aduciendo nuestros lazos de amistad.
¡Lárgate!
La escena que veo, no me hace sino, reaccionar de manera brutal; le pego un certero golpe al abogado, quien empieza a sangrar… este amenaza con demandarme, con improperios me dice que no vale la pena pelear… alguien tan insignificante, antes que tarde, se aburrirá y largará.
¡Lárgate!
Mientras le pongo un paño frio, le digo… lo siento, esto nunca debió pasar; sus lagrimas me conmueven y también me pongo a llorar.
Hace tiempo que nadie me humilla tanto, pensé que en tu techo tenía protección. Solo atino a atesorarlo como el indefenso ser que es.
“El mundo es para los valientes, todo problema te ayuda crecer”.